viernes, 24 de septiembre de 2010

Historia de los Templarios: Cruzadas IV

998.M41. La cruzada del Bahía de Ofidio.

No todas las cruzadas de los Templarios Negros movilizan a gran cantidad de efectivos, algunas están compuestas por una sola nave y los soldados que caben en ella. Una de estas cruzadas fue dirigida por el Castellano Raimer, comandante del crucero de asalto Bahía de Ofidio y superviviente de la fracasada cruzada de Garon.

Raimer dirigió a los noventa Templarios Negros a su cargo en una cruzada por una zona de espacio sin explorar perteneciente al Velo, en el sur de la galaxia. Los planetas periféricos de un sistema en el que descubrieron vida estaban habitados por un floreciente imperio de primitivos alienígenas que vivían en enormes ciudades de oro y adoraban a un ser que conocían por el nombre de "Voz del Emperador". Raimer tenía curiosidad por saber que tipo de ser se escondía tras este nombre y decidió destruir todos sus templos antes de atacar con sus guerreros.

Al tiempo que la cruzada avanzaba, los Templarios Negros descubrieron que muchos de los planetas que visitaban ya habían sido destruidos por una fuerza mucho más poderosa que la suya. El Bahía de Ofidio era una nave muy rápida y, mientras se acercaba a los planetas centrales, sus sensores detectaron una pequeña flota de navíos que abandonaba la órbita de otro planeta devastado. Los augures determinaron que se trataba de Marines Espaciales del capítulo de los Ángeles Oscuros  Raimer y el señor de los Ángeles Oscuros intercambiaron elaborados saludos en gótico culto y los Templarios Negros se ofrecieron para combatir a los alienígenas junto al ilustre capítulo de la primera fundación.

Los Ángeles Oscuros aceptaron a regañadientes la ayuda de los Templarios Negros. Durante el asalto final a la fortaleza de la "Voz del Emperador" fueron las tropas del Castellano Raimer quienes consiguieron romper las defensas enemigas y capturar al líder enemigo: un guerrero vestido con una antigua servoarmadura negra sin librea ni panoplia alguna. Raimer empezó a entender la negativa de los Ángeles Oscuros a recibir ayuda y se retiró rápidamente al Bahía de Ofidio y encerró al prisionero en la cámara más segura de la nave. En cuanto Raimer llegó a su nave el comandante de los Ángeles Oscuros se puso en contacto con él y le exigió que le devolviera al prisionero. Al principio, Raimer se opuso, pero en cuanto los sensores de alerta de su nave  indicaron que los navíos de los Ángeles Oscuros estaban transmitiendo energía a sus sistemas de armas, supo que no le quedaba otra opción que obedecer. Raimer entregó el prisionero a los Ángeles Oscuros que abandonaron el sistema sin decir palabra.

La suerte que ha corrido el Bahía de Ofidio es todo un misterio, pues, tras una única comunicación con el sistema de salto en ruta, el Castellano Raimer no ha vuelto a ponerse en contacto con ninguna de las fortalezas de los Templarios Negros.